humans in the making
Humans in the making - un podcast imperfecto
¿La vida se convirtió en una performance?
3
0:00
-40:27

¿La vida se convirtió en una performance?

🪄 Noviembre: un pensamiento acerca de los espacios que habitamos en presente.
3

Hola, humana. Bienvenida a la anteúltima edición de Humans in the making, 2024. Esta edición es un poco más visceral, como dijo la invitada de este mes, porque es un tema que, creo, nos tiene a todas un poco… ¿hartas?

PD: abajo de todo, nuevo espacio para encontrarnos

Restos de una vida no performática, ¿tal vez en el año 2000?

Estamos llegando a fin de año y eso siempre hace que pensemos más, sintamos menos, puteemos más, durmamos menos. En estos meses pensamos mucho en lo que hicimos durante los que ya pasaron, en cuántas cosas cumplimos, de esas que anotamos para ir tachando felices y segregar dopamina cada vez que vemos el manchón de tinta que nos dice que, efectivamente, hicimos algo; en todo eso que nos quedó perdido en el camino y, con suerte, miramos para atrás con algo de satisfacción y nostalgia en los ojos. Pensamos mucho en lo que pasó, pero siempre se repite la misma historia.

Sin importar la época del año y la razón que nos invite a ejercer el músculo de la reflexión, un cumpleaños, fin de año, una muerte, siempre, siempre, pensamos en lo que ya hicimos, en lo que ya pasó, pero nunca, nunca, nos detenemos a pensar qué es lo que estamos haciendo, construyendo y abonando en ese mismo momento. La mayoría de las veces que nos animamos a bajar un poco el ritmo propuesto por las grandes ciudades, las grandes empresas y la necesidad de llegar a fin de mes cada vez con más dinero para cubrir menos cosas como tendencia internacional hacen que el pasado y el futuro sean siempre los espacios más sexys en los que meterse con la mente. Revisamos qué pasó, qué hicimos, cuál fue el plan con amigos que más disfrutamos, a quién llamaríamos hoy el amor de nuestra vida, cuántos habit trackers llenamos con éxito sin dejar en el olvido. Nos llenamos de ansiedad o, en el mejor de los casos, nos excitamos pensando en todas las veces que vamos a ir al gimnasio en este cambio de fecha que, técnicamente, no cambia nada, pero nos convencemos de que lo cambia todo.

Nos la pasamos pensando en el pasado o en el futuro y de todo eso que consideramos significativo para nosotros: el propósito, los vínculos, la casa, los viajes, el futuro cercano. Pero nunca, nunca, nunca nos alcanza el tiempo y las ganas de revisar qué es lo que estamos construyendo en el presente, mucho más allá de los límites de la propia existencia.

Me explico.

Esta edición estaba pensada, diagramada y medio escrita para ser sobre otro tema, otra cosa, otra idea mucho más alineada a mi trabajo, a mis espacios, a mis palabras. A la vez, sé que sería de una hipocresía total acompañar a personas a habilitarse y habitarse para ser cada día más humanas, sin habilitarme a mí misma a habitar la incomodidad que siento en este momento.

Por supuesto, dudo de publicar esto, porque, obviamente, convivo con mi propia hipocresía. Decido hacerlo, decido que este sea el espacio donde decirlo, porque me planteo esta reflexión hablando de los “otros”, siendo yo misma parte de ese otro, que es, al final, siempre, también un poco uno mismo.

Existen muchos mundo en el mundo, y mi yo trabajadora siempre existió en el mundo digital y por mi cuenta. No me imagino una vida en la que trabaje de 8 a 5 y que cobre un salario independientemente de cuánto aproveche esas horas; no me interesa pertenecer a ninguna secta de la startup del momento, mucho menos que me digan que me valoran y me paguen una mierda la hora de trabajo para después invitarme a un viaje que no hace más que aumentar sus egos de falsos buenos jefes.

Existen muchos mundos en el mundo y, sin embargo, todos parecen pulsar hacia un mismo lugar: costos de vida cada vez más caros que hacen que, evidentemente, nos la pasemos trabajando, produciendo más; planes e itinerarios siempre corriendo, siempre acelerados a costa de evitar un FOMO que en realidad ya existe en todos nosotros (y por el que, irónicamente, vivimos corriendo); mundos en los que comer de delivery y pedir viandas es lo más productivo porque podés usar esas horas para hacer más plata o bien porque no te queda otra por el horario apretado, las agendas imposibles; mundos en los que estudiar años parece no servir porque ni te permite una vida digna y con cierta capacidad de disfrute y de ocio ni te asegura que puedas ejercer de ello porque es muy probable que no haya hueco para ti en ningún sector.

Existen muchos mundos en el mundo y la mayoría de ellos parece inclinarse a valorar más el ácido hialurónico, hacer plata sin corazón, descubrir la nueva forma de ser flacas, tener que invertir dinero en una falsa fertilidad congelada. Esto, en el mundo que yo habito mucho, el de los negocios digitales, las marcas personales y los emprendimientos, se traduce encontrándote con lo que en esta comunidad detestaremos todos: hombres jóvenes y blancos y con apenas algún pelo en la barba que te dice que estudiar no vale, que mejor te montes tu agencia de marketing. Otro ejemplo claro es el tipo de perfil que hace dinero, más de 100k al año, a costa de vaciar los bolsillos de otros con la promesa de enseñarles a hacer ese mismo dinero; o el de persona naif, introvertida, tranquila, que vive escuchando los pájaros pero, por obra de magia, tiene cientos de escenas románticas filmadas para mostrar, paradójicamente, cómo vive en el presente. Yo no sé si estas personas se mienten a sí mismas también o mienten adrede al público para generar ingresos a costa de generar frustraciones en la gente, pero a mí no me parece que esté muy lejos de Sprayette. Y ojo, nada de esto tiene que ver con *esas* personas en particular, porque, de hecho, no las hay. Esto es, más bien, un intento de decir que:

Estoy cansada de que la vida se haya convertido en una performance.

Yo también hago TikToks, subo reels y pago publicidad para que más personas me conozcan. Yo también he querido tener esos videos aesthetics de mi vida para postearla y que al algoritmo de la red del momento le parezca que mi vida es lo suficientemente aspiracional como para potenciar su visibilidad. Ni yo, y creo que nadie, al menos, de los que estamos congregados en esta misa, estamos exentos de caer en el juego. Y aunque me da, nos da, cosas buenísimas, este sistema se vuelve, por momentos, un poco agobiante.

Tanta performance nos hace perdernos de la vida en sí: lo ordinario, lo ridículo, lo simple, lo imperfectamente bello.


Estoy cansada de caer en que tengo que hablar con hooks en mis videos para que la gente me escuche, que tengo que hacer preguntas a quien me lee como si fuesen estúpidos, cansada de preguntarle a esa misma gente si está cansada porque yo ya sé la respuesta y no quiero inducir a nadie a que me compren. Estoy cansada de tener que pensar en hablar rápido y directo porque sino se aburren, estoy cansada de tener que poner stickers en mis historias para que alguien las vea.

Estoy cansada de que todo se mida según performance y no según honestidad. Esto mismo, estas palabras que escribo con una mezcla de angustia, cansancio y esperanza, estarán expuestas a una performance que se medirá en likes, comentarios, nuevos suscriptores. Esto mismo está performando, pareciendo un manifiesto pesimista sobre el mundo y los mundos que lo habitan, aunque no lo sea.

Es,  más bien, un llamado.

A ejercitar el músculo de la reflexión que se despierta a fin de año para pensar en presente qué es lo que realmente estamos construyendo no solo con lo que hacemos o dejamos de lado, sino también con lo que consumimos, con lo que nos estamos nutriendo, con la atención que estamos entrenando.

A elegir a qué le vamos a prestar atención estos próximos meses.

A decidir cuáles van a ser las batallas que queramos librar.

No se trata de bajarse del mundo (¿acaso eso es posible?). Nunca se trató de eso, al menos no este llamado, más bien es una invitación a resignificar la relación que tenemos con los espacios y objetos que habitamos.

¿Qué de todo lo que vivo existe si no lo comparto digitalmente con quienes estuvieron ausentes?

¿Cuál es el objetivo de compartir una versión edulcorada de la realidad que sé que genera ansiedad y angustia en otros?

Hay algo que quiero quede claro de todo esto: curarnos de los males de época empieza en lo individual y sigue, continúa, se extiende a lo colectivo. Y por eso me seguirán viendo mandarme alguna de estas, porque tengo un ego, y también, como quiero, me encontrarán en estos otros espacios, un poco más libres de hacks y hooks para que la gente nos mire. Voy a seguir haciendo cosas de las que tal vez después sienta cringe, voy a seguir poniendo stickers en mis historias, porque dentro de las batallas que quiero dar es hacer que lo que tengo para dar llegue a las personas que, tal vez incluso sin saberlo, lo están buscando. Porque habilitarme a mí implica acompañar a otras a habitarse y habilitarse, y ahí es donde quiero poner mi preciada atención.

No corras, disfrutá, me dice D. mientras volvemos del gimnasio y se largó una lluvia intensa. Yo sigo. Corro entre los techitos de los balcones tan porteños, corro hasta la esquina de la avenida de la que no escucho ruidos en casa. Corro y mientras me río, él no me ve, pero me río, me río porque siento que, de alguna manera, esto es habitar la vida, eso que se nos escapa constantemente de las manos. Mojarse, aceptar el agua, rendirse al clima, subir a casa, escuchar los pajaritos que me saludan siempre a través de la ventana, dejarla abierta a pesar del frío para escucharlos, y darme cuenta de que, tal vez, esta sea de las pocas performances que me interese presencia-r.

¿Preguntas sin respuesta? Compartí anónimamente esa duda sobre este tema, el que te esté persiguiendo o la vida y sus consecuencias para que lo conversemos en las próximas ediciones.

🪟Escritura pa’l presente:

Cuando estés a punto de hacer algo que implica *mostrar* para o con los otros, pregúntate: ¿desde qué lugar lo estoy haciendo?


🔮Episodio humano, repetido e imperfecto con Meri Anufer

Hoy me tomo la licencia de repetir invitada porque esta edición existe gracias a estas conversaciones catárticas que tengo con mi gran amiga, colega y faro, Meri Anufer. Las dejo con esta conversación fresca, recién salida del horno, sobre si la vida se convirtió en una performance y cómo hacer para convivir y vivir con ello.

🦋 Nuevo espacio para trabajar juntas!

Brújula es un encuentro único con seguimiento y actividades durante los próximos 30 días para trabajar y destrabar específicamente *eso* que te tiene jjjharta, como puede ser miedo al fracaso, miedo a tomar decisiones, bloqueo creativo, o desconexión con el presente.

Nos juntamos a charlar durante 1 hora y media y te llevás propuestas para moverte, actividades de escritura y plan de acción si aplica, todo, semana x semana.

Directo al punto y para que se te acaben las excusas de “no sé cómo salir de acá”.

Brújula, la propuesta

¿Te gustó esta columna? Ayudame a llegar a más humanas como nosotras y compartilo en tus historias o envíaselo a tu persona favorita🪄.

Share

Actitud para crear ratitos de presencia entre tanta perfo


Vivamos estas próximas semanas buscando qué queremos vivir en presente sin tanto hook.

🪶Hola, soy Candelaria, escritora, coach y, ante todo, humana. Escribo y acompaño a otros a escribirse para habitarse y habilitarse a construir una vida elegida. Acá reflexiono mucho sobre el lenguaje, los deseos, las decisiones, la presencia y algo más. Si llegaste de paso, suscribite y quedate.

Discussion about this episode

User's avatar