Hola, humana. Bienvenida a primera edición de Humans in the Making 2025. Esta primera entrega no es nada parecida a lo que esperaba, pero ES, y eso, a decir verdad, es mucho.
Espero que les guste, y quédense hasta el final, porque tenemos una invitada de lujoooo!
El arte de prestar(se) atención
Cuando llegamos a la casa de la presentación del libro de Carla, yo no tenía idea de muchas cosas. No imaginaba que iba a conocer una casa que tranquilamente podría ser la de mis sueños, que iba a hablar, por primera vez en bastante tiempo, con extraños en un lugar extraño; que mi vida cambiaría tanto y tan drásticamente después de esa noche. Pero debería haberlo sabido. Las luces sobre las plantas del patio, la ventanita como puerta al mundo, yo sintiéndome especialmente a gusto en mí… podrían haber sido señales de que algo estaba por pasar. No lo vi, y entiendo que es mejor así. A veces es mejor ser ignorante en ciertas cosas. El ambiente de la presentación de Días ridículamente normales era tan irónico como perfecto: no hay nada normal en esta noche y, a la vez, todo parece ser hermosamente ordinario, como un conjunto de personas, colores, clima, vinos, miradas que son tan cotidianas y, sin embargo, hoy están de exposición para ser admiradas.
Es que es ahí, en esos días ridículamente normales, en los que nos pasa la vida.
Hace ya unos años, tal vez desde la pandemia, mucho se empezó a hablar del mindfulness y de estar presente, pero poco hablamos de prestar atención. Yo me pregunto, cada vez que veo algún discurso de estos en Internet, de qué nos sirve no disociarnos con TikTok o esforzarnos por tomar mate mirando al horizonte si de repente nos persiguen fantasmas que nunca nos empeñamos en enfrentar y, cada vez que aparecen, nos escapamos.
Carla dice que la vida es mucho más un martes que un sábado, y me parece una buena forma de empezar a hablar de la importancia de reaprender a prestar ateción. Es mucho más que meditar, que hacer prácticas de mindfulness o tener contacto con la naturaleza. Todo eso hace a una vida en la que prestar atención no solo sea más fácil sino hasta más divertido, pero llega un punto en el que si no nos hacemos cargo, si no, valga la redundancia, prestamos atención a lo que llevamos dentro y nos atormenta de a microdosis, es imposible construir una vida en la que no vivamos esperando que llegue el sábado para evadir la angustia de los martes.
Si la vida es mucho más un martes que un sábado, ¿no tendría más sentido, entonces, ocuparnos de prestar atención y revisar aquello que vuelve a los martes angustiantes, frustrantes y poco felices?
Aprender a prestar atención implica muchas cosas, pero si hay una que es intransferible es dejar el capricho de lado. Las palabras que comparto en Humans in the Making siempre salen primero en borrador, después se las deja macerar y, posteriormente, se preparan para salir a luz. Esta vez no pudo ser, y en el desahogatorio de este mes van a entender, en parte, por qué. Parte de prestar atención es entender que este ensayo, que está siendo escrito el día antes de ser publicado, será de los más imperfectos, espontáneos y raros de mis últimas publicaciones. Y es darme cuenta, también, de que, por suerte, casi como la Candelaria del pasado se habría ocupado de echarme un cable, esta edición está auspiciada, inspirada y conversada con Carla Mouriño, autora de Días ridículamente normales y fundamentalista del arte de prestar atención.
Mientras hablaba sobre su libro, Carla cuenta que, un día de noviembre de hace un año, en esta misma ciudad de Buenos Aires, si no recuerdo mal, las calles le hablaron. No creo estar acordándome mal porque esto sí que es verdad: las calles, sobre todo las de ciudades tan vivas como este caos porteño, siempre hablan.
Por que se te olvida que vas a morirte, rezó alguna pared de esta ciudad inmensa, y ni Carla, ni yo, quedamos impunes. Se nos olvida tanto que vamos a morirnos que nos olvidamos de prestar atención a lo único que realmente existe.
Soñé que me había comprado un billete a Laos para pasar fin de año pero que en realidad no quería ir. Qué curiosa la frustración de que tú mismo te llevas a un lugar que no deseas. Y es que, a decir verdad, alguna vez también me ha pasado.
Aprender a prestar atención implica descubrir todas esas veces en las que no supiste elegir que lo sabías que querías. Es deshacerte de los fantasmas que te persiguen por no haberte sido fiel. Es reconocer tus sombras del pasado y cómo afectan tu percepción del presente. Es reconocer el punto exacto en el que te están llevando los demonios (o los miedos, en verdad) y estás siendo incapaz de ver lo que estás perdiendo por no poder sacar tu voz. Prestar atención es darte cuenta de que siempre estás a tiempo de sacarte un billete de vuelta y abandonar ese lugar, esa conducta, ese patrón, ese vínculo, esa forma de querer que, paradójicamente, no querés más.
Hoy en el avión para cenar elegí las albóndigas y quería dejar por escrito que nos podemos pasar la vida rechazando lo que algún día fue o podemos probar algo nuevo por si acaso llega a ser diferente y resulta que ahora nos gusta.
Prestar atención es hacerte cargo de reconocer que estás juzgando el presente con ojos y tormentas del pasado. Es reírte de vos misma porque no recordás cuándo fue la última vez que pensaste en cómo hacés la limpieza de tu casa, cómo respondés cuando te sentís ofendida o cómo elegís qué deseo priorizar en tu vida. Es darte cuenta de que sostenés que no te gusta algo que probó tu versión de 7 años de edad. Es ver que vivís a excusas que tienen más años que ninguna otra cosa en tu vida. Es entender que la única persona encargada de toparse con algo diferente para tu propia inspiración sos vos.
Hoy hemos hablado sobre 'que no se nos olvide vivir'. Encontré poesía en la enfermedad.
Me he quedado saboreando la frase y subrayando para mí que vivir es ser consciente. No es tanto una carrera sino una estancia con luz tenue.
Prestar atención es darte cuenta de que el tiempo pasa y que la gente, incluida vos, se ponen más viejos. Es darte cuenta de que las cosas que hace tu abuelo con demencia no son graves, sino tristes, e increíblemente hermosas a la vez. Es descubrir, efectivamente, que la vida es hermosa y horrible a la vez, todo el tiempo, en todas partes, y que elegir a qué le querés prestar atención no te hace egoísta ni ignorante, pero sí dueña de vos misma. Es notar que tu pareja está mal y no podés hacer nada al respecto, porque nadie puede salvar a nadie. Prestar atención es ver la poesía en las fechas y números que persiguen tu existencia, es descubrir que los meses con M son meses de empezar relaciones. Es darte cuenta de que todas las personas que te llaman te dicen que tenés pajaritos exclusivos en tu departamento en el octavo piso en medio de una ciudad frenética, pero que ellos hacen que parezca que vivís en un oasis solo tuyo.
El día de la presentación del libro, Carla nos hizo escribir una frase, a modo galleta de la fortuna, a cada una de las personas que llegábamos. Cuando te ibas, tocaba el momento de agarrar, al azar, una para vos. Yo no sabía, no tenía ni idea, de que la frase que me tocó ese día tendría tanto significado para mí meses después, y mucho menos de las formas en las que lo hizo, atravesadas por el dolor, la frustración, el desamparo, la nostalgia, lo horrible y lo estúpidamente hermoso de la vida a la vez: el precio de haber prestado atención y amado con el corazón.
Te deseo que te atrevas, rezaba el papel que saqué, sin saber, pescando mi mantra para el año que llegaba, entre golpes, lágrimas saladas, y una reconstrucción maestra de mi presente.
Y es que sí, ahora que lo pienso, prestar atención es atreverse: a estar acá, con lo que hay, hacerse cargo de lo que te persigue, y elegir, una vez más, de qué querés ser preso, dónde querés tener la capacidad de poner tu atención: si en las cosas que te persiguen hace tiempo o en los pajaritos que se enconden entre los cables de Internet para darme los buenos días a mí y a toda la gente que me está llamando, a lo largo de estos días, para preguntarme cómo estoy.
¿Preguntas sin respuesta? Compartí anónimamente esa duda sobre este tema, el que te esté persiguiendo o la vida y sus consecuencias para que lo conversemos en las próximas ediciones.
🪟Escritura pa’l presente:
Si la vida es más un martes que un sábado, ¿qué estás haciendo para amar tus martes?
🔮Episodio humano e imperfecto con Carla Mouriño
Hoy hablamos con
sobre su increíble capacidad de admirar el presente, su libro, y su forma de ver belleza en todo lo que la rodea. Escúchenla, tomen nota, y compren su libro: una inversión al presente asegurada.🦋 Vuelve Qué más es posible
En febrero abren las puertas de Qué más es posible, mi programa de coaching & escritura terapéutica para acompañarte durante 9 semanas a habilitarte a construir la vida que querés, prestando atención a lo que verdaderamente importa.
Es un programa individual hermoso y transformador, y esta será la última edición con el valor 2024. Los cupos, como imaginás, son limitados.
Si este año querés cambiar de trabajo, dejar de vivir guiada por el miedo, darte permiso de ser más auténtica, hacerte cargo de tu camino profesional, anotate. No perdés nada, y podrías ganar mucho.
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