🪄 diciembre 🪄 Autogestionarse los deseos
Una nueva edición para resignificar nuestras historias y habi(li)tarnos la exploración personal.
Bienvenidas a la última edición del año de Humans in The Making, este espacio que, sin darme cuenta, cumplió 2 años el mes pasado y sigue creciendo, no solo en comunidad, sino también en propuestas. Las novedades y las de siempre: (just a) human, el espacio exclusivo para suscriptores pagos (que podés conocer leyendo esto), y Qué más es posible, un espacio 1:1 para resignificar nuestras creencias y habilitarnos a vivir una vida llena de vida.
Spoiler: al final, descuento para taller de escritura para cerrar el 2023 y abrir el 2024 con precio early bird por 24 horas🧚🏻♀️.
Diciembre es el mes al que temo y espero desde mayo. Justo el día que cumplíamos 2 años de novios nos confirmaron que íbamos a pasar 3 semanas, en las que están la Navidad y Año Nuevo, en Seúl, la capital de Corea del Sur. Nunca me había permitido soñar ir a este país porque sentía, en algún lugar, que me quedaba grande. Escribo esto desde la antesala a un viaje de un mes y medio por el país del K-pop y el banchan, sin saber lo que me espera, y tampoco preocupada por ello. Hace 2 años comparto la vida con una persona que se tomó meses de trabajo para armar un viaje por más de 5 ciudades a espaldas mías, para que todos sea sorpresa. Hay paradas de las que ni siquiera sé el nombre. Dedicó toda su estadía en Kuala Lumpur (y algo de Langkawi, Cameron Highlands y Penang también) a planear cada detalle. Me queda el miedo de saber si podré con el frío que parece ser durísimo y punzante, pero ya no tengo miedo de no poder con mis deseos, porque cuento con alguien que los sostiene por mí porque yo estoy cuidando otros.
Autogestionarse los deseos
Las estaciones del año para mí hace tiempo dejaron de tener lógica. Si al cambio climático le sumas una vida nómade, estás hecha. Mi último invierno duró 11 meses (porque los 15 días de clima otoñal que enganché en Buenos Aires al llegar se sintieron como un suspiro corto y breve) y, desde entonces, vivimos en verano, salvo por un período muy corto, de días contados, de invierno australiano. Este verano extendido empezó en Argentina, en 2022, viviendo en la casa de mi papá, con él, nuestro gato y el del vecino. La casa de mi papá es también un poco mi casa porque es la de mi infancia: ahí me inventé las mejores historias con las barbies, escribí mis primeros diarios íntimos y escuchaba la radio durante horas esperando mis canciones preferidas. Esa habitación ya no funciona como dormitorio. La remodelamos con un escritorio grande y amplio frente a la ventana para que fuese mi oficina. Es un poco lo mismo: siguió siendo mi centro de operaciones.
Cada día me despertaba, me cruzaba con papá, iba a escribir mis páginas de la mañana, y cuando él ya se estaba por ir, me saludaba y yo ponía el agua para el mate. Una de las cosas que más, más extraño ahora: poder hacerme un mate, sentarme a leer con un mate, escribir tomando mate. Una de esas últimas mañanas, no inminente, pero sí a principios de verano (del verano de Argentina, digo), de esas en las que el calor ya daba de frente y D. me preguntaba, una y otra vez, cómo era posible que tomara esa cosa tan amarga y caliente incluso con 30º a la sombra, recuerdo que calentaba, a media jornada matinal, la segunda o tercera tanda de agua. Justo me cruzo con él, que creo que muchas veces se hacía el que iba a buscar comida o a molestarme solo para esperar ahí, conmigo, que el agua estuviese lista, y le conté lo que había estado escribiendo. Me di cuenta de una cosa, le digo, como siempre, tímida. No sé por qué me cuesta contarle de mis palabras a la persona que más me conoce y a la que siempre lee todo lo que escribo, antes o después de que salga, pero siempre la Candelaria escritora pasa por sus ojos. Como que yo quería que vos me mantuvieras o ganarme una beca para estudiar algo para tener más tiempo para escribir y acá estoy, me lo gesté yo misma. La idea de la manutención sigue vigente (y lo dejo acá porque lo vas a leer, mi amado vikingo de ojos almendra, pelo naranja y pecas infinitas), igual que la de la autogestión. No lo supe hasta entonces, no lo aprecié tanto después.
Yo leía siempre tus news pensando admiración total, cómo por 4 años ahorraste para la vida que tenés hoy, me dice S. mientras charlamos del tema de turno para los argentinos: la inflación, las elecciones, los precios, la imposibilidad de proyectar. Sí, es verdad, tuve mucha cabeza y compromiso, le contesto. Y sí, es verdad. Durante más de 5 años ahorré cada dólar que podía para irme a España, para poder venir a Asia. Esos fueron siempre mis 2 grandes objetivos. Sabía que, si no era consecuente con lo que quería en cada decisión, nunca llegaría, siempre me quedaría sentada en la silla diciendo que ahorrar la plata que necesitaba era imposible, y contabilizando las mil y un excusas que pudiera encontrar para afianzarme en el hecho de que, en realidad, no pude porque no quise, porque prioricé otra cosa o porque no me comprometí. Que la inflación, que el disparo del dólar, que trabajar medio tiempo, y así un infinito etcéteras. Esto no es una generalización. Hay veces en las que realmente no se puede, pero de la gente que está a mi alrededor, son las menos. La mayoría de las veces no podemos porque, por alguna u otra razón, no estamos para eso (porque priorizamos otra cosa, porque tenemos que atravesar un portal de dolor y no estamos preparados). Esto no está mal ni es peor que el que termina pudiendo, no estar para algo es tan válido como lo otro, pero yo no quería que fuera mi caso. Yo estaba decidida a hacer cuanto pudiera por poder. Porque quería.
La primera cita con D., el vikingo, categoriza como mala por muchas razones. No sé qué pasó ese día, porque él dice que estaba convencido de que no nos íbamos a volver a ver, y yo pensé más de una vez que estaba hablando con un hombre que nada tenía que ver conmigo. Todo había empezado raro cuando yo quería que nos juntemos a tomar algo en su casa y él acusaba no tener sillones ni mesas porque se acababa de mudar y yo respondí “no importa, en mi otra vida fui japonesa, nos sentamos en el piso”. Ya sentados sobre el borde del colchón tiré una copa de tinto sobre el edredón y la pared blanca, recién pintada, pero ahora pienso que está bien, eso sirvió, porque vio más o menos mi forma de andar por al vida: un poco a los tropiezos, pidiendo perdón cuando me la mando, relajada, sentada cruzada de piernas, y buscando un gatito al que acariciar. Era una conversación típica de dos personas que se conocieron por Tinder hace menos de una semana y no tienen nada en común: ni nacionalidad, ni ciudad donde viven, ni estilo de vida, ni mundo laboral, nada, nada, nada. Él me estaba contando sobre su temporada viviendo en Roma, los 6 meses en Noruega, estudiar un máster en el País Vasco y más viajes. Entonces me pregunta que qué parte de Europa conocí yo, y yo le digo que fui a varias ciudades de España y a Portugal y él me responde con un comentario que, hoy entendemos, fue poco afortunado.
Admito públicamente que le contesté de una forma para nada agradable y hasta pensé en irme, porque me sentí agredida, ofendida, agraviada, subestimada. Fue un comentario que salió del desconocimiento de saber que había ahorrado durante 4 años para estar en ese país, que hasta pocos meses atrás ganaba lo justo para vivir por querer buscarme la vida sin trabajar para alguien más, porque él no conocía de toda la autogestión que había puesto para conseguir eso de lo que apenas estaba empezando a disfrutar. Sentí ese comentario como un golpe bajo, un golpe personal, porque, en algún punto, él reflejó, sin querer y sin saber, todo el peso que sentimos los que emigramos frente a las expectativas de la gente que se queda.
El tiempo pasó y, evidentemente, el terminó siendo un oso de peluche disfrazado de vikingo genéticamente, porque por algo estamos a unos meses del tercer aniversario. Ahora yo sé que sus intenciones no fueron malas y él sabe que puedo contestar muy mal si me siento herida, y con nuestra relación aprendimos juntos la lección que yo había practicado durante todos esos años de persecución:
frente a los deseos, hay que insistir.
¿Preguntas sin respuesta? Compartí anónimamente esa duda sobre este tema, el que te esté persiguiendo o la vida y sus consecuencias para que lo conversemos en las próximas ediciones.
El día que pude irme a vivir a España, un 28 de febrero de 2019, entendí que los hábitos no eran ni más ni menos que una forma de insistir ante lo que queremos materializar. El hábito de decir que no para ahorrar, el de decir que sí para exponerte porque sabes que es lo que necesitas, el de invertir dinero en personas que acompañaran tu crecimiento, el de comer sano y hacer batchcooking. Los hábitos son, después de todo, una forma de conseguir lo que queremos y no podemos comprar.
Siempre dije que tengo una gran gestión de las finanzas porque soy la combinación perfecta entre los defectos de mi mamá y mi papá. Y si hay algo que aprendí con todos esos años de ahorrar de a 50 dólares es a ser consecuente con mis deseos. No hay forma de vivir eso que queremos si no somos consecuentes con nuestras acciones, una y otra vez, repetitivamente. El éxito de convertir un deseo en realidad se basa en insistir. Pero para confiar y seguir insistiendo hay que entender que, en esto, el hábito NO hace al monje, y que, por más insistencia y compromiso, tenemos que aceptar de antemano que las cosas pasen, se materialicen, sucedan de maneras que tal vez difieren mucho con la idea que tenía nuestra mente, pero que eso, justamente la pérdida de la idealización, no indica que no pasen.
***
Yo decía que quería una beca porque era lo que había visto siempre en colegas o escritoras que admiro. Yo decía que quería una beca porque era lo único que conocía, pero no era una posibilidad para mí. Y, sin darme cuenta, me autogestión mi deseo de tener un año libre para poder explorar, estudiar, leer, escribir.
Es un poco hacer uso consciente de nuestros privilegios, y mucho más actuar en consecuencia de eso que queremos, aunque todavía no lo creamos posible. No es magia ni siempre es disfrutable, pero es posible. Para cambiar hay que hacer que las cosas se muevan, y, para eso, necesitamos presionar un poco lo que ya existe para hacer lugar a algo nuevo con decisiones, acciones.. e insistencia.
Después de todo, la pregunta termina siendo si preferís una vida fácil o una vida feliz.
Cuando era chica, en unas vacaciones, mis papás me compraron un set de 6 velas doradas para cumplir deseos. Tenía tanto miedo de que se me acabaran las oportunidades que nunca las usé. Ojalá que puedas, de corazón, autogestionarte tus deseos para 2024. Y, si tenés miedo o crees que no vas a poder, te comparto a la distancia una de mis velitas para que agarres vuelo.
🪶Otras voces, otras miradas, otros deseos
Serena es una gran autogestora de sus deseos (y también puede ayudarte con los tuyos)
Nunca sabemos dónde termina un proyecto que nace de las ganas de gestionar un deseo personal. Este es un ejemplo.
Una película sobre alquimia el dolor en deseo.
Un libro en el que el deseo es saber quien uno es.
-¿Qué hubiera usted querido ser?
-Lo que soy. De cualquier otro modo, me habría aburrido más.
Diarios íntimos, de Teresa Wilms Montt
🪟Una ventana abierta: el prompt de escritura del mes
Todos tenemos deseos por cumplir. Esta vez, terminando el año, quiero que dejemos de pensar en la cantidad infinita de bullets y listas que podemos hacer para pensar diferente. En su newsletter,
me invitó a compartir una propuesta de escritura personal para sus lectores, que ahora les comparto a ustedes, reversionada:Si el río es el tiempo, todo consiste en distinguir entre una interpretación que haga del fluir del tiempo recorridos entre momentos absolutos, los instantes-, o por otro lado, una interpretación que entienda que esos instantes no son más que ilusiones creadas para detener aunque sea conceptualmente el irreverente y despiadado paso de un tiempo que nunca se detiene porque la detención misma es otra ilusión. El instante, una ilusión, si no hay otra cosa que tiempo yéndose.
Habilitate pensar en los deseos que tenés para el próximo año en términos de cómo te querés sentir a lo largo del paso del tiempo, esa ilusión a la que tanto nos aferramos: ¿liviana, grande, invisible, atenta, desplumada? Cerrá, cerrá los ojos y pensá, permitite imaginar cómo te querés sentir. No busques fechas para materializar (al menos no ahora), permitiré centrarte en describir cómo querés sentirte en el camino a la autogestión de esos deseos. Saber el cómo nos permite llegar al resultado, cualquier sea, habiéndonos cuidado y disfrutado de todo el proceso, sea lo que sea que nos espere al final del camino.
🪷Autogestionemos los deseos para 2024 juntas
La vida son dos días, amigas. Y mejor vivirlos sabiendo en dónde estamos poniendo nuestro foco y energía, ¿no?
Para poder revisar cómo nos sentimos en 2023 y elegir qué queremos sembrar y cosechar en 2024, con Lari diseñamos un encuentro de escritura en el que vamos a trabajar en hacer una revisión del 2023 desde lo cualitativo, profundizando y desentramando todo eso que vivimos, conseguimos, sentimos y experimentamos, para ponernos manos a la obra e indagar en qué queremos plantar y cosechar durante el próximo año, a través de la escritura.
El encuentro es el 21/12 a las 19:00h Argentina, y hasta el 17/12 se pueden sumar con precio Early Bird.
Espero verlas dentro para pensar cómo queremos vivir y sentir en 2024❤️.
Actitud para conseguirlo todo, amigas
Vivamos este mes confiando en nuestra capacidad de autogestionarnos nuestros deseos, una y otra vez, cuantos queramos.
Lo mejor de haber conseguido autogestionarme varios deseos es que puse en práctica todo lo que aprendí, y confirmé que sí, es posible cambiar la vida que tenemos y las creencias que la sostienen. Si estás cansada de vivir a medias, viendo a tus deseos como algo posible pero lejano, puede que mi programa + acompañamiento 1:1 Qué más es posible sea justo lo que te de el impulso de construir quien quieres ser, al menos por ahora. Habilitarse a vivir una vida llena de vida solo es posible si te animas a cuestionar las creencias que sostienes hace más años que los que puedes recordar. En este enlace está toda la info. Cualquier duda, ya sabes dónde me encuentras.