Hay un desahogatorio que me dejaron hace poco que dice así:
Porque no puedo aprender a disfrutar y siempre tengo la cabeza repleta de pensamientos negativos.
Es gracioso, pero fue el primer detalle que vi. Y, más que gracioso, diría que es lo más lógico para los de una lingüista y coach obsesionada con el poder de las palabras. Este desahogo está escrito así, tal cual lo pego acá, y vos, querid@ persona que lo escribió, escribiste un argumento, no una pregunta. Yo sé que en estos tiempos en los que la gramática no importa dirán que fue por estar apurado, por estar siempre corriendo, pero eso, precisamente eso, es una pieza fundamental de la afirmación que dejó anónimamente.
Lo primero que se me ocurre preguntarte es pensar… ¿qué vendría primero?, ¿cuál sería ese constructo gramatical que precede a este argumento?, ¿estoy triste porque…?, ¿estoy angustiada porque?, ¿no sé que hacer porque? No lo sabremos nunca, y probablemente ni siquiera vos lo sepas, pero dejame empezar por acá: si sabés qué es lo que te genera la incomodidad que sea que ocupara ese primer recorte, sabés más que nada. Y eso, saber por dónde empezar, siempre, siempre es un montón.
Efectivamente, los humanos adultos somos una especie muy rara: ¿seremos la única que pierde cualidades a medida que crece? No soy bióloga ni nada parecido, pero no me imagino a los monos adultos o a las leonas buscándose tareas para hacer para ocupar sus tiempos muertos. Pero… ¿alguna vez te pusiste a pensar, o, mejor dicho, te diste permiso de intentar quedarte con esos pensamientos negativos y dejar de querer escapar constantemente?
Los pensamientos son energía, y no lo digo yo: lo dice la ciencia. Visto desde esta perspectiva, lo que más sentido me hace a mí es que: si son energía, mejor aprovecharla bien, y que hay que dejar, de vez en cuando, descansar el motor. Y aunque la meditación sea una de las formas más efectivas, gratis y sencillas para esto, no es la única. Disfrutar también te ayuda a apagar el motor, y tal vez sea por eso que te cuesta tanto, porque, por alguna razón, hay una parte de vos que no quiere escuchar lo que el silencio tiene para decirte.
No es un diagnostico sobre vos, sino sobre lo que nos pasa a muchos, y me incluyo no porque me pase en este preciso y exacto momento de mi vida, sino porque, al igual que vos (vos, desahogado anónimo y vos, persona que lee): estar atareados y pasados de rosca, de pensamientos (los negativos valen también), es como estar rígidos, duros: nada nos afecta, nada nos puede atravesar, estamos siempre mentalmente ocupados, no hay lugar para ningún factor sorpresa, ni agradable… ni no tanto.
Dicen que dato mata relato, y yo agrego: ansiedad mata disfrute. Nos comimos tanto el verso de que tenemos que llegar a algún lugar y rápido, primero y de la mejor forma posible que perdimos toda capacidad de disfrutar de la carrera por miedo a quedarnos atrás. Lo malo es que esa carrera no existe, porque estás corriendo solo, y si competís con alguien más, por más que corras hasta desgarrarte, nadie te asegura que ganes. Habría que ver, en tal caso, qué significa ganar para vos. Porque esta supuesta carrera que estás corriendo que se llama vida o éxito profesional o lista de goals antes de los 30 es tan única como estúpida e inexistente: nadie sabe quién la creó, nadie se hace cargo, y, aún así, somos miles de millones de personas que, según cultura, tribu o clase social, nos desesperamos por llegar primeros. Y si eso implica dejar de vivir, bienvenida sea la caída del pelo, las noches de insomnio y las noches de nula sobriedad para evitar la infelicidad que sentimos correr por las venas. Ni siquiera sabemos por qué, o peor aún, para qué estamos tan desesperados, y aún así: corremos. Y si bajamos y de repente estamos disfrutando, puede que corras el riesgo de preguntarte qué precio estás dispuesto a pagar por llegar primero. Y tal vez descubras que preferís no llegar a ningún lado y quedarte disfrutando. Y tal vez, si te animás a dejar de correr, descubras muchas otras cosas de vos que te incomodan, y eso a veces está bueno, y a veces duele y desagrada. Y puede que tal vez te arrepientas por entrar en contacto con cosas que no te gustan y creas inamovibles y entonces vuelvas a correr.
Disfrutar es lo menos productivo que podemos hacer, según las leyes del mundo que se dice moderno, y por eso, de solo pensar en disfrutar, nos llenamos de culpa. Pero no es la única forma de sentirnos culpables cuando de disfrute se trata. Existe otra, mucho más cruel y dolorosa, que tiene que ver con asumir que estamos acercándonos a algo parecido a la felicidad que sentimos no merecer. Esto lo aprendí gracias a una expareja. Una vez, mientras cocinaba, me dijo que estaba empezando a ser tan feliz que sentía que no le correspondía, que si esa sensación seguía, significaba que el duelo por la muerte de su papá había quedado atrás. Y entendí que disfrutar a veces viene con ese regustillo amargo, con esa sensación de siento que esto no me pertenece, o más bien, siento que si esto sí me pertenece significa que lo otro, incluso cuando eso otro es duelar a alguien que amaste con todo el corazón, ya no tiene tanto lugar. Y entre dejar atrás, dejar morir, personas, vínculos o identidades nuestras o disfrutar del presente así como viene, con alambres que pinchan, duelos a medio hacer o un miedo apabullante a lo desconocido… elegimos el dolor, porque la culpa de seguir adelante se parece mucho a la traición.
Se puede sentir que traicionamos también a lo que somos y no nos gusta o nos hace nada bien. ¿Viste que hay gente que siempre se busca un problema? O, mejor dicho, se los inventa… Cuando no le duele una cosa, le pasó otra. Cuando no tiene un trámite pendiente, se peleó con algún familiar, y así pasa la vida, saltando de problema en problema, de drama en drama, cuando, tal vez, no habría nada.
Tal vez tus pensamientos negativos tengan que ver con algo de todo esto. Tal vez sean una forma de construir argumentos buenísimos para no asumir que disfrutar te da miedo; o que te angustia asumir que ya es hora de hacerlo; o que te da culpa, consciente o no, romper con una lealtad; o que tu ego no se siente seguro como para que te des permiso a relajarte y estar, sin más, sin necesitar correr a ningún lado.
Sea cual sea tu situación, ojalá te des permiso para indagar qué información traen esos pensamientos que vuelven una y otra vez, que tal vez, aunque duela, sea un buen primer paso. Acordate de que dolor no siempre significa problema. A veces, es un síntoma de rito, de pasaje, de transición… quien te dice, hacia una vida con más disfrute.
🪟Práctica para escribir y conectar con el disfrute:
Se viene una nueva edición de El Anhelo de quedarse, y en marzo vamos a leer Estás muy callada hoy, de Ana Navajas. Nos encontramos el 18 a debatir sobre el libro, y el 1/4 a escribir lo personal sobre todo eso que nos despierten los personajes, historias y temáticas
Los encuentros son online, quedan grabados, y te compartimos el libro si no lo podés conseguir.
Conectá con los hábitos que te hacen bien: leer(te) y escribir(te).
🦋 Desahogatorio, en audio
En el episodio de hoy, divago acerca de la importancia de aprender a descansar para disfrutar y de resignificar y recrear nuestras propias ideas sobre el disfrute.
🪞 Hermosario de los últimos días
(Me olvidé del hermosario en el Humans de la semana pasada, así que va doble).
En un rapto de lucidez saqué turno para hacerme 3 tatuajes que quiero hace mucho. Después me di cuenta de que lo hice el día que se cumplieron 2 meses del fin, o del comienzo, según cómo quiera mirarlo.
Pasé muchos días hasta la noche en el jardín de la casa de mi tío, y ellos creen que estaba ayudándolos a armar un viaje, pero, en realidad, ellos me estaban ayudando a mí.
Lloré casi todos los días y fue como si me crease mi propio mes de otoño: se lloró y se cayó y se terminó todo lo que tenía qué. Y eso me parece de una absoluta valentía, quedarme estoica.
Entendí que no hay nada más significativo que tener un padre que te pregunte si sos feliz.
Volví a leer bastante. Y eso siempre es una buena noticia.
Tomé decisiones que me daban miedo y me hice cargo de lo que quiero construir. Veremos en qué depara.
Contame si te sirven estos consejos, y no te olvides de compartir tu pregunta, duda, frase, desahogo, para que lo conversemos en febrero.
🪐Y si querés que te acompañe, de la mano de la escritura y la palabra, a cambiar tu mirada sobre vos y el mundo y aprender a buscar el amor y la belleza, hablame.
Te quiero, y nos vemos en la próxima edición,
Share this post