Esta columna es exclusiva para la comunidad de (just a) human. Para leerla completa, tenés una semana de prueba gratuita sin pagar un dólarcito (con acceso al archivo🌝).
🕢AHORA: En Seúl I Tomando un Iced Hazelnut Coffee I Escuchando esta música.
Hay personas a las que los inicios les abruman. De repente, la tábula rasa de la hoja en blanco pesa más que años de historia, porque allí donde existe posibilidad, ellos también ven riesgo. Hay otras que, por el contrario, ese espacio vacío les significa el peso de una pluma, y eligen creer que, allí donde nada hay, todo cabe. El calendario toma otro camino, tal vez el de los más grises, y nos afirma que nada es tan cierto ni tan extremo. Está empezando un nuevo ciclo, pero también se está cerrando, y guardando en nuestra memoria, el que ya fue. En el hemisferio sur casi todo se cierra junto al año cronológico: ciclos escolares, balances económicos, las fiestas y hasta los festejos en trabajos y espacios recreativos. En el medio, pan dulce, chocolates derretidos y, si tenés suerte, pocos cortes de luz. En Tailandia, por ejemplo, el año nuevo se celebra en abril y el país se para a festejar durante una semana. En nuestro opuesto, el hemisferio norte, la situación no parece ir tanto con la lógica: se mezclan los semestres algunas despedidas, algunas segundas vueltas y, en ocasiones, incluso hay otras fechas más importantes que las que a nosotros nos indican que es momento de permitirnos disfrutar de todo eso que todavía no tocamos, de habilitarnos a hacer eso que venimos soñando hace tiempo, de vivir la vida que nos ocupamos de imaginar.
La cuestión es que, como me dijo una vez alguien a quien admiro, la vida es un budín marmolado: para permitirnos, tenemos que responsabilizarnos; para habilitarnos, tenemos que hacernos cargo. No nos impacta tanto la fecha como el sentir que algo externo a nosotras nos está dando permiso para empezar otra vez, para limpiarnos de lo que no fuimos, de los errores que cometimos, de las promesas que no fuimos capaces de sostener. Porque a lo bueno siempre lo llevamos con mucha más liviandad que lo que tuvo un resultado que, más que un objetivo cumplido, nos dejó un sabor amargo.
Los inicios son una cara de la moneda. Para que exista un inicio, tiene que haber un final. Y, a la vez, en realidad todo está empezando y muriendo, muriendo y empezando, en el mismo momento, en simultáneo, todo el tiempo. A veces nos cuesta entender, o, mejor dicho, aceptar, la regla universal a la que nadie, ni las plantas, pueden escapar: la vida es incierta y efímera a partes iguales.
Si nada está quieto, si todo vive y muere y vuelve a vivir una y otra vez, en este nuevo inicio lo mejor que podemos hacer es quedarnos cerca de nuestros valores e intentando, un año más, vivir de la forma más honesta que encontremos, porque ningún inicio está tan vacío y ningún comienzo es tan definitorio cuando recordamos que la vida es un momento.
Keep reading with a 7-day free trial
Subscribe to humans in the making to keep reading this post and get 7 days of free access to the full post archives.