🪄 noviembre🪄 ¿Quién es la máscara?
Una nueva edición para resignificar nuestras historias y habi(li)tarnos la exploración personal.
Durante todo noviembre estamos en Kuala Lumpur, quietecitos y entre más ordenadores y gimnasios que templos o excursiones. El primer día ya encontramos nuestro sitio de confianza para la comida del mediodía, armamos la rutina de la mañana y vamos adaptándola de acuerdo a nuestras ganas. Esto es lo más parecido que tenemos a una vida sedentaria, pero me siento más en viaje que nunca. Estoy subida a una montaña rusa en la que en cada vuelta cambio la idea de quién soy.
En esta edición, hablamos de las máscaras y disfraces que cargamos a lo largo de nuestra vida, de lo mucho que nos pesan y lo poco que las dejamos ir, incluso cuando están destruidas.
¿ Quién es la máscara?
Ser y querer ser muchas veces se confunde. Los límites entre lo que uno proyecta y lo que uno ya encarna no siempre son claros. Por el contrario, tienden más bien a ser difusos: el deseo se confunde con la capacidad y la posibilidad crea grietas por donde colarse. Es difícil saber cuándo uno ya es lo que quería ser. Más difícil aún es quitarse el antifaz y decir a viva voz, frente a todos tus seres queridos, que quieres abandonar esa fiesta, que ya no te gusta ser quien eras.
***
En mi familia nunca hubo muchos viajes. Mis hermanas conocieron ya de grandes, siendo madres y esposas, algunos lugares del país. Una sola de ellas cuenta con una salida al exterior. La abuela era quien más disfrutaba del privilegio de moverse: sé cómo se siente la ausencia de los almuerzos de los domingos en su casa, ravioles con salsa o canelones, por sus viajes a España. Siempre me pareció extraño que les regalen viajes para volver a la tierra que los obligó a irse, muertos de hambre y sin un duro. Es como volver a ver lo bien que están ahora, ahora que vos ya no estás ahí. Es como volver a una ciudad que amaste para ver todo lo que creció sin tu presencia, todo lo que te perdiste. Siempre dije, también, que el exilio es un suceso incategorizable. No hay forma de saber cómo te pega. Mi abuelos vino a sus 15 años a Argentina y dice que es el mejor país del mundo. Mi abuela vino a los 5 y hace poco, en el último viaje a Galicia, confesó que era la tierra de sus sueños. Mi abuela sigue acudiendo cada año a la fiesta de ser gallega más que nadie. Es, por lo menos, interesante, ver cómo, cada uno, eligió su disfraz.
Una vez la abuela me llevó a Mar del Plata en tren con algunas de mis primas. En algún año anterior o siguiente nos fuimos todos juntos, con los abuelos y mis papás, una semana a la playa. Tengo recuerdos concretos de esos años frescos y tímidos: la noche en la que viajamos en tren hasta la costa y nos tapamos con frazadas del frío que hacía; Micaela, con quien fuimos amigas 2 días en la playa y nos regalamos una pulsera para sellar nuestro vínculo para siempre, la noche en que mi abuela parecía borracha y bailaba en el comedor de esa casa oscura y vieja mientras jugábamos juegos de mesa.
Cuando nos íbamos a la costa en auto pasábamos por un castillo que está sobre la ruta 2. Con los años se deterioró, perdió el color y los árboles casi no permiten verlo. Cada año le pedía a papá que la próxima vez –siempre la próxima- bajáramos a ver el castillo, quería preguntar si se podía visitar. También le decía que, cuando hiciera mi fiesta de 15, quería hacer mi book de fotos ahí.
Desde la última vez que vi lo vi con ojos de niña las cosas cambiaron. Dejé de viajar a la playa todos los años, mis papás se separaron. Una vez volví de adolescente con mis amigas y ya no lo busqué entre los árboles. Al final no hice fiesta de 15, y, probablemente, si hubiera hecho, el book no habría sido en ese lugar. El tiempo arrastró las máscaras con las que vivíamos aquellos años. Se llevó lo que quedaba de un matrimonio ya agotado, arrasó con mis ganas de pertenecer y pude empezar a decir que no cuando me presionaban por un sí, la amistad que había formado nunca más tuvo una actualización y yo aprendí que no soy de ese tipo de persona. Se cayeron las caretas agrietadas. Quedamos al desnudo quienes éramos en ese entonces.
***
Entre mi viaje al Amazonas para hacer un voluntariado y mi mudanza a España, mi hermana Gisela me dijo que había nacido con un pasaporte abajo del brazo. Hace tiempo no puedo dejar de preguntarme quién seré cuando deje de ser la viajera. Desde que empecé este viaje por Asia, la etapa que siempre había sido la más importante y que guió cada una de mis decisiones durante los últimos 10 años de mi vida, tuve que atravesar el umbral de no saber quién sería viviéndola, y, mucho más profundo, quién sería después de ella. Tuve un contexto que me forjé para poder dejarme caer, dejarme estar y que solo el tiempo pudiera mostrarme quién quería ser después de tantos años de perseguir un sueño, una sensación. El sueño se murió para ser parte de mi realidad, y tuve que aceptar que no tenía ni idea de que lo que aparecería detrás del vacío que abría esa búsqueda.
Dejar que las versiones que habitamos se caigan cuesta porque ni siquiera nosotros sabemos qué hay detrás, qué vendrá después. Pasa hasta con las situaciones más autodestructivas: porque incluso estar en un momento en el que la insatisfacción es bandera, es parte de nuestra identidad temporal.
***
Mi papá siempre me pregunta si necesito plata. Sé que para él es difícil entender mi trabajo y mucho menos considerarlo algo estable o que funciona para darme de comer y un poco más. Aunque hace más de 5 años que vivo de lo mismo y nunca necesité un préstamo de nadie, en algún punto sé que siempre voy a ser esa hija que siente que cada vez que escucha esa pregunta se siembra una semilla de miedo a la inestabilidad económica, pero que no quiere que su papá deje de preguntarle porque entiende que es su forma de querer.
No sabemos quiénes somos detrás de lo que nos impulsa y conmueve ahora. No tenemos ni idea de quiénes somos, en realidad, porque nos vivimos apegando a un sueño, a un deseo, a una búsqueda.
¿Quién seré cuando dejé de ser la viajera?
¿Quién serás cuando dejes de ser lo que sos ahora?
¿Quién serás cuando se agriete y se caiga la máscara de hoy?
¿Quién, qué, cuándo, cómo? Comparte tu pregunta sin respuesta de forma anónima para la comunidad.
El problema con las máscaras es que nunca se van del todo, porque las que usamos y tiramos se van acumulando, una encima de la otra, al costado del camino. El problema con las máscaras es que nos apegamos y culpamos de más por querer cambiar de disfraz. Y muchas veces el problema, que genera y aumenta los demás, es que nos comportamos de igual con los otros. Le decimos a una amiga que ya no la nos vemos tanto antes, le preguntamos a nuestra pareja por qué ya no es la misma, le preguntamos a nuestra hija si no necesita plata. No es a propósito, buscamos rastros de lo que alguien fue en algún momento porque eso nos asegura que nos sigue queriendo, que sigue siendo quien es, que sigue estando. Nos apegamos tanto a las máscaras que portamos que nos confundimos y creemos que eso es lo que somos.
Mis amigos de Argentina siempre me dicen que soy una persona que no abraza. Sé que mis amigos de España no coinciden en nada con esta afirmación, porque a ellos los he abrazado y besado y abrazado una vez más cada vez que nos vimos. Tal vez no abrazo tanto en Argentina porque sé que va a llamar la atención. Tal vez no muestro que ahora sí abrazo y no tengo disociado el cuerpo porque temo que piensen que la nueva versión, una que abraza, no les gusta. No juzgo mis pensamientos y sentimientos, los recibo y por más estúpidos que te parezcan y me parezcan al leerme, sé que son válidos. Tan válidos como cuando descubrimos que estuvimos sosteniendo una máscara ya agrietada, que se está cayendo a pedazos, pero nosotros insistimos en pegar con cinta porque todavía tenemos miedo de dejar que se caiga, se destruya, y empezar a vestir un disfraz nuevo. El disfraz es una forma de estar en el mundo, una manera de representarnos y permitir que los demás nos vean. Un disfraz como una decisión personal acerca de las máscaras que decidimos usar, porque si no lo hacemos, no nos van a dejar entrar a la fiesta que es la vida y vamos a tener que ponernos la que nos digan nuestros padres, el vecino de al lado o la que encontremos tirada en el suelo, usada por alguien más. ¿No es mejor sincerarse y elegir cómo queremos ser?
De momento sigo siendo la viajera y dejé atrás la que quería ser perfecta, la que buscaba la excelencia, la que decía que no por miedo y la que rechazaba el helado de pistacho. Ahora tengo otras máscaras, otros disfraces, otras maneras de estar en el mundo. No sé cuánto se quedarán, pero quiero disfrutarlas y vivirlas mientras duren.
Y vos, ¿cómo vas a elegir vivir?
🪶Otras voces, otras miradas, otros disfraces
Si estás en proceso de duelo por una máscara que ya no va más, considera comprarte un lacrimorio, objeto que me parece sencillamente increíble de la época victoriana que se utilizada para, sí: juntar lágrimas de duelo.
Si hablamos de máscaras, tenemos que hablar de esta película poderosísima.
Este episodio del podcast de Flor, muy en línea con el tema de hoy.
Un libro para impulsarte a tirar el disfraz que ya te queda chico:
Sentir lo que una siente es difícil, pero para eso están los sentimientos. Para sentirlos. Todos. Incluidos los más dolorosos. El secreto es que lo estás haciendo bien y que hacerlo bien a veces duele.
🪟Una ventana abierta: el prompt de escritura del mes
Tal vez lo que tengas que hacer es ir a tomar un café con vos y preguntarte, honesta y sencillamente: ¿cuál es la verdad que sé y no me animo a decirme?
Actitud para tomar encarar el cambio, humana
Vivamos este mes confiando en que lo que viene después será más auténtico, más liviano, más nosotras.
Tal vez estés cansada de sostener las máscaras ya todas rotas y necesites animarte de una vez a dejarlas caer y ver qué hay detrás. Si ese es tu momento, puede que mi programa + acompañamiento 1:1 Qué más es posible sea justo lo que te de el impulso de construir quien quieres ser, al menos por ahora. Habilitarse a vivir una vida llena de vida solo es posible si te animas a cuestionar las creencias que sostienes hace más años que los que puedes recordar. Estamos de apertura oficial de inscripciones: en este enlace puedes encontrar toda la info y guardar tu lugar con descuento hasta el 15/11. Cualquier duda, ya sabes dónde me encuentras.