🪷 diario de septiembre, en Malasia
Algunas cosas a las que presté atención y sobre las que escribí en mis notas del celular
1) Un día fuimos a una calle de varios locales de ropa y no encontré ni un solo de prendas que no fueran para mujeres musulmanas. Una calle larga y ancha, sin coches circulando, con un local tras otro, grande, enormes, eternos hacia atrás, con decenas de opciones de vestidos, velos, undescarves, gorros para cubrir el pelo, y cientos de opciones de hijab: colores lisos, fuertes, oscuros, brillantes, neutros, estampados. Hay de todo, pero no hay nada para mí.
2) Una amiga, en medio de una tormenta completamente inesperada, me dice que la vida es horrible y perfecta para unas cosas. La vida es horrible y perfecta porque incluso en los peores momentos hay algo que hace sentido, una energía o un ser o un sujeto extraño o la propia extrañeza de un mundo completamente inexplicable nos sostiene.
3) Hablo con S. y salen algunos chusmeríos. Yo nunca tengo, yo no tengo, si estoy sola acá, me escucho decir. Me quedo pensando y sé que me equivoco, sé que no estoy sola. Tal vez mis chusmeríos, ese hablar sin importancia para llenar huecos y compartir conocimientos que no van a ningún lado podría ser sobre el chico de Bangladesh que se paró a centímetros de nosotros a hablar por teléfono mientras nos preguntaba de dónde éramos y sospechamos que nos filmaba, de los chicos que se reían, creo que de ternura, cuando D. comía con la mano; de cuando yo me permití pedirles una foto de vuelta. Me asusta todas las caras que voy a olvidar, todas las fotos que tengo con personas que conozco ni recordaré. Por eso me permito ahora pedir la foto de vuelta. Porque quiero ser capaz de recordar.
4) El tema de habilitarse a vivir como uno sabe que puede sale en todas las conversaciones y pensamientos de la semana. Sale en la conversación con O., con M., con S., con C. Sale con todas y nadie se habla con nadie. El único nexo entre los cuerpos es mi persona. Tal vez la que lleva el habilitarse expandiéndose por todos lados, casi como un virus, soy yo, además de tenerlo tatuado.
5) Escribo todos los días y escribo cada día un poco más pero nunca me parece suficiente. Nunca se tiene suficiente de lo que a uno le gusta. ¿O sí?
6) Le digo a O. que tengo que dejar de comerme las uñas, que volví a caer en no dejarlas en paz ni crecer ni dejar de sangrar ni arder. Las uñas son las garras, me responde. Y yo no tengo ni una. Estoy despertando mi agresividad y la siento rebotar en mis tímpanos en mi pecho en mis entrañas. Pero no puede salir por las garras, porque todavía no me dejo tener.
7) “En estos últimos dieciocho años, he aprendido dos cosas sobre el dolor. La primera: puedo sentirlo todo y sobrevivir. Lo que creí que acabaría conmigo no lo hizo. Cada vez que me decía «no puedo soportarlo más», me equivocaba. La verdad era que podía soportarlo todo y lo hacía; y sobrevivía. Y sobrevivir una y otra vez me ayudó a tener menos miedo de mí misma, del resto del mundo, de la vida. Aprendí que nunca me libraría del dolor, pero podía librarme del miedo al dolor y con eso bastaba”. Indomable
8) Le cuento a M., una amiga hogar, que estoy teniendo tanta claridad como nunca en mi vida. Se lo digo para creérmelo más, para compartir mi felicidad por el camino recorrido, para reconocer todo lo pequeño y lo gigante que me habilité a vivir hasta ahora. Se lo cuento porque últimamente siento que lo que comparto a ella entra en mi plano material. En mi plano de cómo hacer que me pasen cosas buenas. Pero la claridad también trae responsabilidad, remato. Antes de irse a dormir, me pregunta si me gustaría casarme.
9) Vuelvo a tomar notas en mi conversación de WhatsApp. Yo personal dialoga todo el tiempo con Yo trabajo. Anoto ideas desordenadas: la lista de la compra, cosas que hay que hacer al llegar a casa, planificaciones, personas a las que quiero hablarles porque hace mucho no lo hago y tengo miedo de que se olviden de mí. Dialogo todo el tiempo conmigo, incluso dejo pensamientos así, escritos, por días, en borrador.
10) Vuelvo a meditar. Estoy premenstrual. Lloro por todo durante 3 días seguidos. La vida, mi amiga M., ya me enseñó cómo es.
Y vos, ¿en qué pusiste tu atención? ¿Qué te quedó de septiembre?
Respóndeme, escríbeme, coméntame, cuando quieras, lo que sientas.
Nos vemos en dos semanas,