🧸 ¿Cuánto estirar una persecución?
·44· Buscar una sensación como una aguja en un pajar
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🕢AHORA: Ya en Seúl I Tomando un café del G25 de botellita I Escuchando el extractor del baño
Desde que empecé a escribir más soy mucho más consciente de mí misma. Decir esto es lo mismo que decir nada, porque, también, desde que empecé a escribir más entiendo que lo que creemos que somos es un absurdo, una inexistencia. Somos y no somos todo el tiempo. Tal vez deberíamos cambiar el verbo y empezar a hablar de estamos más de que somos, porque, si miramos de cerca, bien de cerca, nunca somos nada lo mismo por demasiado tiempo. Decía, entonces, que desde que acepté que yo no estaba yendo a buscar a la escritura, que la escritura estaba en mí y que dejarla salir o existir no tenía, al menos en mi caso, nada que ver con la grandeza sino en realidad con un sentido de vivencia (para eliminar la super), tengo un conocimiento más sensible, despierto, atento, del mundo que habito y del que me habita a mí. Podría decir “un mayor conocimiento”, pero, otra vez, cada día estoy menos de acuerdo con esta idea de acumulación, de superación. Me imagino a mi contacto con la realidad como un pozo gigante que voy cavando de a poquito con un martillo chiquitito, más que creciendo de forma vertical y ascendente.
Las palabras son la forma en la que yo existo en la vida. Sí, ya sé que todos pensamos a través del lenguaje, y, por eso las personas, más allá del contexto sociocultural en el que nos desarrollamos, pensamos y percibimos el mundo de forma diferente según cuál es nuestro idioma nativo. Las palabras y sus significados moldean la forma en la que codificamos lo que recibimos desde el exterior y del interior de nuestro placard. Mi caso es más severo. El lenguaje de amor que más me gusta es el de las palabras. Los gestos están bien, y siempre que D. tiene un conmigo que no quiero olvidar lo anoto en una lista secreta, pero también anoto frases y confesiones que no estoy dispuesta a perder. Tengo decenas de conversaciones con amigas guardadas en capturas de pantalla, mensajes de cumpleaños que me conmovieron de forma especial, recuerdos que trato de aferrar con cables y alambres a mi cerebro para que perdure el intercambio lingüístico que hubo en cada uno de ellos. Exploto de felicidad cuando, por un instante, escribo lo mismo con una amiga, al mismo tiempo, y parece que nos fundimos la una en la otra, cuando de una conversación aparentemente tonta creamos un significado (serio o gracioso, eso no cambia nada) que nos involucra para siempre de forma vincular. Nunca nadie podrá entender como nosotras el significado de una frase o palabra. Nunca nadie sabrá lo que significa ese libro para nosotras. Sé que si algún día me separo de D. lo que más voy a extrañar es ese universo de significados de palabras y usos que solo nosotros entendemos, la creación de un universo verbal irrepetible e intransferible.
A partir de aquí, una historia personal con una de las personas que más amo en esta Tierra. Súmense si tienen ganas.
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