Este es un diario de una serie dentro de la que suscripción paga que llamé (just a) human in somewhere. Esta primera edición, sobre mi viaje por Corea del Sur, es gratuita, asà que, si te gusta, te invito que compartas un fragmento en tus historias (o en tus notes de Substack, por qué no) como forma de retribución. Si quieres involucrarte más, considera sumarte a (just a) human, la sección paga con columnas semanales, propuestas de escritura y más. Otra forma de ayudarme es compartirme anónimamente una pregunta que te esté volando la mente durante estos dÃas.
Son las 5:00 am y nos despertamos con pocas ganas pero con entusiasmo por el partido del Tottenham. Una vez más empezamos ganando, terminamos perdiendo, nadie entiende cómo, por qué, cómo puede pasar otra vez lo mismo. Sobre las 7 termina y quedamos en salir al templo del dÃa a las 8. Está lejos, tenemos más de una hora en bus hasta llegar allá. Antes de eso, en el final del partido, nos peleamos, como cada vez que vemos jugar a estos tipos. D. dice que soy poco empatica con los jugadores (como si me escucharan), que los puteo pero que no lo haga porque solo cometen errores porque son humanos (como si me escucharan), y que no lo dejo hablar. Yo le digo que al revés, que es él que no me deja hablar y putear y maldecir porque me dice que me calle y que no lo haga y que no me deja ser, que al segundo se me pasa y siempre los sigo queriendo a los jugadores y que me deje en paz. A las 8 suena la alarma que habÃa puesto, pero D. me dice que duerma hasta las 9, que a esa hora nos vamos. Vuelve a sonar el ruidito del demonio una hora más tarde y lo veo re dormido, decido no despertarlo y esperar un poco más. Me vuelvo a dormir. De los placeres más grandes que adquirà y quiero intentar conservar a toda costa es despertarme sin alarma salvo excepciones de viajes, eventos, juntadas o reuniones puntuales. Me encanta abrir los ojos sin saber qué hora es, y, al contrario de lo que uno creerÃa, cuanto más me permito descansar, mejor duermo y más temprano me despierto.
9:40 nos empezamos a preparar muy lentamente para el último dÃa en la ciudad, y 10:26 estamos tomando el primer bus para ir hasta un templo en la montaña. El templo de Donghwasa es uno de los más importantes de Corea, y, se dice que, en su dÃa, fue un centro budista muy relevante. Es uno de los que más le gustó a D., dice que porque está en la montaña, hay un camino largo hasta llegar, incluso un puente, y el otoño le da un toque especial con sus hojas de mil colores, pero a mà no me produce demasiado. Tal vez es porque todavÃa estoy pensando en el partido. Nos saludan bastantes personas. Acá es como raro: los viejitos pueden ser o estúpidamente amables o querer que cierres la boca, como me pasó el otro dÃa. Volvemos en el bus, leo otro 30% de un libro japonés que no estoy entendiendo mucho, casi otra hora ahà arriba, vemos la vida coreana pasar por la ventana para comer en un lugar que a mà no me convence porque el plato estrella es molleja frita, pero acepto y me la juego. Total, si no me gusta, me pido pollo y ya está. El problema es que llegamos tarde y los camareros están bastante en la suya haciendo un food shooting y el menú y el pedido se hacen desde una tablet que la verdad es que podrÃa tranquilamente tener el menú en inglés pero no lo tiene y la traducción de Papago esta vez no hace ningún tipo de ayuda. Al contrario, en los lugares donde después adivinamos que dice molleja, la app nos pone excremento de cosas y preferÃs pedir sin saber que te va a llegar.
Efectivamente, pedimos uno de los pocos platos que tienen foto ilustrativa porque parece que es pollo frito con 2 tipos de salsas y agregamos un plato de batata con una cosita. Pagamos por la app y al rato nos traen lo que no era pollo sino mollejitas fritas, unas simples y otras con salsa agridulce apenas picante. Pruebo y no es lo mejor que comà en mi vida, tengo un problema con la comida gomosa, por eso esto no me gusta tanto y tampoco como pulpo u hongos o el tteokbokki. No es que lo deteste, puedo comerlo, pero no me gusta sentir que estoy masticando un pedazo de goma espuma o goma eva, no sé. Mientras, escuchamos el resumen y un podcast de nuestro equipo a ver qué dicen del partido. Volvemos a la casa pasadas las 4 de la tarde en bus, y mientras seguimos sin entender el fanatismo de las mandarinas, cuando subimos, le digo a D. mirá, mirá, mirá, todos los que están sentados alrededor nuestro tienen una mandarina en la mano. Llegamos y descubrimos que, otra vez, la señora nos limpió la habitación y habÃamos dejado todo tirado. No esperábamos este servicio en un alojamiento asà de barato y casero. Nos tiramos, prometemos no dormir pero caemos al menos media hora, preparamos lo que sacamos estos dÃas porque mañana nos vamos a un lugar sorpresa para mÃ, me pongo a escribir mientras tomo café de botella.
A la noche veo un Tiktok de un chico que tuvo una lesión medular y empieza a contar su historia diciendo que cuando las cosas tienen que ser, son, y lo dice por su caso en particular. Una serie de sucesos se dieron o dejaron de darse para que tuviese un rato libre y decidiera tirarse a la piscina. El clavado fue demasiado recto a un suelo no muy profundo y se lesionó la médula justo a la altura del cuello. Automáticamente dejó de sentir sus extremidades, o básicamente todo su cuerpo de hombros para abajo. En el momento, dice que se dio cuenta de que lo único que podÃa hacer era intentar aguantar la respiración hasta que alguien se diera cuenta de que no salÃa a superficie. Lo próximo que recuerda es la asistencia médica y que le perforan el cerebro de los dos lados para ponerle unos tornillos con varios kilos de peso atados para inmovilizar la columna y detener el daño. Qué valor, qué valor para seguir pensando que ese era tu destino, le digo a D. mientras le cuento la historia. Pienso en cómo reaccionarÃa yo, si me sentirÃa mejor creyendo que ese accidente fatal que me toca ya estaba escrito y formaba parte de mi destino o si el azar y los hechos completamente impredecibles de la vida y alguna decisión de la que luego me arrepentirÃa jugaron la parte.
A la única conclusión que llego es a que el destino es una moneda de dos caras.
Este es un diario de una serie dentro de la que suscripción paga que llamé (just a) human in somewhere. Esta primera edición, sobre mi viaje por Corea del Sur, es gratuita, asà que, si te gusta, te invito que compartas un fragmento en tus historiascomo forma de retribución. Si quieres involucrarte más, considera sumarte a (just a) human, la sección paga con columnas semanales, propuestas de escritura y más. También podés compartirme una pregunta anónima que te haya quedado de esta edición o que tengas en la cabeza sin respuesta.